RELATO Nº 1
Cambió la cerradura de la puerta, candó las ventanas, consiguió una orden judicial pero, todas las noches, entra en sus sueños.
RELATO Nº 2
Desde siempre he tenido unas ideas muy fijas con las que pretendía cambiar las cosas. Por eso decidí estudiar Ciencias Políticas. Yo quería un mundo en el que hombres y mujeres fueran iguales, en el que las mujeres cobraran lo mismo que los hombres y que estos pudieran hacer trabajos de hombres y viceversa. Lamentablemente, ser mujer me ha cerrado muchas puertas.
RELATO Nº 3
Él la mató. Al día siguiente ella hizo el desayuno para dos.
RELATO Nº 4
Mamá, fuera de casa, se manifiesta, reivindica, promueve y lucha por la igualdad y los derechos de la mujer. En definitiva, es una feminista de pura cepa. Pero mamá, en casa, acaba siempre limpiando, barriendo y planchando mientras mi papá ve la tele, y no se lo replica. Entonces… mamá no es tan feminista, no se manifiesta, ni reivindica, ni promueve, ni lucha por la igualdad o los derechos de la mujer.
RELATO Nº 5
Papeles cambiados
Día tras día inventaba una nueva excusa, no sé si era mejor o peor que la del día anterior, pero hacía lo que fuera por no llegar pronto a casa al salir del trabajo. No sabía si eso ayudaba a que aumentara su ira y sus celos, pero prefería sufrir un golpe o un insulto más, a respirar el mismo aire que ella, a permanecer en una habitación más tiempo del necesario para que pudiera maltratarme y hacerme sentir inferior. Sé que resulta curioso, sorprendente incluso, pero era así. Mi mujer me maltrataba, me golpeaba, me insultaba… la lista es infinita. ¿Por qué no denuncié este hecho? La respuesta es simple, nadie me creería. Todos los anuncios y las campañas son en contra de la violencia hacia la mujer, no es muy corriente ver alguno a favor de los hombres. No me atreví a presentarme en el cuartel de la Guardia Civil y decir: “mi mujer me maltrata”. Se mofarían de mí, no me creerían. ¿Por qué no habría huido?
Lo intenté y no pude. Me perseguía, me pedía perdón y yo, como la quería tanto, la perdonaba una vez tras otra. Pero hoy, mientras me golpea, me he dado cuenta que cometí un error, que tenía que haber llamado, denunciado… pero ya es tarde, me cuesta respirar, sangro, grito, pero nadie viene, y ella se va.
RELATO Nº 6
Agua y Fuego
Un día, el Fuego le dijo al Agua: yo soy mejor que tú, doy calor a la tierra. No, respondió el Agua, soy mejor que tú, sin mí la Tierra se quedará seca. Antes de que los dos se pusieran a discutir, intervino el viejo Llama Azul: Ninguno de vosotros dos sois mejor que el otro. Cada uno sois distintos y poseéis diferentes cualidades. Después dijo con una voz melancólica: Recuerdo los viejos momentos con mi querida esposa. Siempre le decía que soy mejor que ella y como siempre, me ignoraba. Hasta que un día se puso furiosa y me desafió. Le gané, pero ella desapareció convirtiéndose en la niebla del invierno, dejando su marca en mí.
RELATO Nº 7
Anécdota de la invisible visibilidad
Un día, no hace mucho, un amigo argumentó que hombres y mujeres éramos distintos, pues ellos son más grandes y fuertes y nosotras pequeñas y débiles, afirmando así que los hombres eran mejores. Yo respondí que todos sentimos lo mismo y esas pequeñas cualidades que nos distinguen hacen que nos complementemos.
Sólo aquellos que dudan de sí mismos son los que afirman que la diferencia es real, pero
la verdad es que no son más los pequeños detalles que nos separan a las miles de cosas que nos unen. Sólo a la mirada de aquel que no se ve, sale a la luz el esplendor del alma, la esencia de la persona que nos iguala a todos, que nos hace uno; porque las verdades ocultas a la vista solo se notan a los ojos del que sabe mirar, pues no ve menos el ciego por ser ciego que el que ve por no mirar.
Él insistió en la existencia de muchas diferencias, yo solo supe contestarle que pensar que somos diferentes no nos hace ni mejores ni peores, pues para ser grande en la vida uno solo tiene que ser humilde de corazón.
Sólo los deslumbrados pueden hacer lo invisible visible.
RELATO Nº 8
Una telaraña
Rupert no aguantaba más. Estaba cansado de toda su familia. Él era especial. Al ser de color rojo toda su familia le reprochaba cada acción que hacía, aunque fuese buena y sin ningún perjuicio para nadie. Se marchó para no volver. Viajó triste, sin rumbo…
Una gran araña se encontró con Rupert, la Triste Verde Mosca. Le atrapó en su gran red de telarañas y no podía escapar. Pensó que era su fin. Cerró los ojos y hubo un gran estruendo. Troy, el gusano azul apareció y ayudó a Rupert en su liberación. Escaparon, hablaron y recapacitaron sobre sus “características” especiales. Hablaron y hablaron y llegaron a la conclusión de que sus familias eran las especiales, aunque hiciesen una misma función. Rupert y Troy eran los normales y los mejores. Ayudarían a los demás para que se diesen cuenta por ellos mismos de que, aunque fuesen iguales, cada uno sería especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario